Yo leo a los maestros

domingo, 19 de abril de 2015

Robert Lowell (1917 - 1977) Estados Unidos


Otoño1961

Adelante y atrás, adelante y atrás
va el tock, tock, tock
de la anaranjada, suficiente, diplomática
faz de la luna
que hay en el reloj del abuelo.

Durante todo el otoño
el roce y la agitación
de la guerra nuclear;
hemos matado a golpe de palabras nuestra extinción.
Yo nado como un pececillo
Tras la ventana de mi estudio.

Nuestro fin se va aproximando.
la luna se levanta,
radiante de terror.
El estado
es un buceador bajo una campana de cristal.

Un padre no es un escudo suficiente
para su hijo
Somos como un montón de salvajes
arañas que lloran juntas,
pero sin lágrimas.

La naturaleza alza un espejo
Una golondrina hace un verano.
Es fácil ir marcando
los minutos
pero las manecillas del reloj se atascan.

¡Adelante y atrás!
Adelante y atrás, adelante y atrás—
¡mi único lugar de descanso
es el balanceante nido del oriol naranja y negro!
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Agua

Era un pueblo de langostas de Maine—
cada mañana botes llenos de manos
partían hacia las canteras
de granito de las islas,

y dejaban atrás docenas de desnudas
casas blancas de madera adheridas
como conchas de ostra
a una colina de roca,

Y debajo de nosotros, el mar lamía
los desnudos y pequeños laberintos
de palos de cerilla de una esclusa,
donde se atrapaban los peces para cebo.

¿Recuerdas? nos sentábamos en una laja de roca.
Desde esta distancia en el tiempo,
parece del color
del iris, pudriéndose y volviéndose más púrpura,

pero no era más que la habitual roca gris
que se volvía del habitual color verde
cuando el mar la empapaba.

El mar empapaba la roca
a nuestros pies todo el día
y continuaba arrancándole
trozo tras trozo.

Una noche tú soñaste
que eras una sirena aferrada a un pilón de un muelle,
y que intentabas arrancar
los percebes con las manos,

Deseábamos que nuestras dos almas
pudieran regresar como gaviotas
A la roca. Al final,
el agua resultó demasiado fría para nosotros.
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El nihilista como héroe 

Una línea inspirada es todo lo que entregan
nuestros poetas,
¿mas qué francés ha escrito seis líneas aceptables,
una atrás otra?”
dijo Valéry. Para Satán ése fue un día feliz.
Uno anhela palabras colgadas de la carne del buey
vivo,
pero la llama fría del papel de estaño lame el leño
metálico;
el inmutable hermoso fuego de la niñez
traiciona las visiones monótonas.
Del cambio y por definición se alimenta la vida,
en cada temporada nos deshacemos de guerras,
mujeres
y automóviles nuevos
A veces, cuando enfermo o lleno de malestares,
miro verdear la llama contraída de este fósforo,.
el tallo de maíz adquiere florescencias y verdes
prolongaciones.
Un nihilista debe vivir el mundo como es
mirando a lo imposible ascender al desecho.
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Desde 1939

Nos perdimos la declaración de guerra,
en la luna de miel, en tren hacia el oeste;
en los revolucionarios treintas
fatigamos los Poemas de Auden, hasta que bajamos
la cabeza
de acuerdo al caminar
de lo anacrónico, confortable y mezquino...
Hoy de más cosas me pierdo,
mi equivocación es más consciente.
Veo otra muchacha leyendo el último libro de
Auden.
Debe ser muy moderna,
usa el pretérito para diseccionarlo.
Como Munich, él es ahora histórico
y quizá maduró
hasta amar la podre del capitalismo.
Vivimos todavía
entre el demonio de sus negligencias
que él quiso desdeñar
con la excentricidad malévola de la vejez.
En nuestro inconcluso y revolucionario presente
nada comienza y todo ha terminado.
El Diablo sobrevive a sus vacías esquelas
y se dirige, cojeando y maldiciente, a su demolición,
la pesadez moral más allá de balanzas,
vómito circular como manchas
de hierba amarillenta.
Inglaterra y Estados Unidos han durado
lo suficiente para temerle a su pasado,
los hábitos se aprietan como cera.
los alegres, los prósperos,
su ácida violencia.
Hace unos diez años
caballerosos negros africanos revisaron
su pequeño cementerio inglés y en la basura
sofocaron estatuas
de la Reina Victoria, de Kitchener, de mercenarios
de Belfast
tallados en jabón y por mandato desangrados hasta
la blancura.
Los apresan las cartas marcadas que norman su
salario—
que el infortunio soberano abandonen.
¿Se entusiasmaron demasiado como una gran actriz dedicada a probarse su vestuario?
¿Tal vez creyeron que ellos revivirían
de proseguir su espíritu?
Sentimos a la máquina huir de nuestras manos,
como si alguien más la condujera;
si vemos una luz al fin del túnel
es la luz de otro tren que se aproxima
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Para hablar del infortunio que hay en el matrimonio

La noche calurosa nos hace mantener abiertas las ventanas del dormitorio.
Nuestra magnolia florece. La vida comienza a acontecer,
mi excitado marido interrumpe sus discusiones hogareñas,
y recorre las calles de un lado a otro, en busca de prostitutas,
lanzándose por el filo de una navaja.
Ese insensato podría matar a su mujer, y luego jurar no beber más.
Oh la monótona bajeza de su lujuria. ..
Es la injusticia... él es tan injusto...
ciego de whisky, volviendo a casa a las cinco, fanfarroneando .
¿Qué lo mueve? Cada noche ato a mi muslo
diez dólares y la llave del auto...
Aguijoneado por la urgencia de su deseo
se desploma sobre mi como un elefante.
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Entierro

Seis o siete golondrinas
se dejan arrastrar por la brisa del aire
aprovechando el juego de su vuelo veloz
como si alguna vez las reclamara...
Disminuyen las moscas alrededor de mi cabeza.

Una insaciable avispa me encuentra en su camino,
atacando, saqueando, a punto de picarme...
Acariciando, oliéndome, obligada
por la armonía carnívora de la naturaleza.

La muchachita ha puesto con cuidado
un trozo irregular de piedra pómez
sobre la tumba de un cuervo;
en blanca letra gótica, con tiza,
como en carta de amor ha escrito ella:
"Para Charlie que ha muerto esta pasada noche."

En este último mes murió tu padre,
él está ya enterrado...,
mas no lo suficientemente hondo
como para que no pueda flotar vivo,
igual que hace una pluma,
sobre la superficie del recuerdo.
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Afeitándome

Al afeitarme veo, en su toda su extensión,
sólo por esta vez, mi cara en el espejo.
La miro de reojo como si se tratase
de un problema de carpintería...
Aunque la encuentro un poco más delgada,
es la cara de siempre,
con ojos acechantes al ritmo de mi mano..

Nunca tienen los días las suficientes horas...
Según estoy tumbado, confinado, anhelante,
monomaniaco,
celoso incluso de la intrusión más mínima
(me resulta imposible rechazar
la diminuta espina de algún cardo).
Incapaz de imitar la manera espontánea
con que exigen los niños sus respuestas.

Tan inflamable es para mí una piedra
como una cerilla de cartón.

La marea doméstica ha cesado;
y, tú también, inclinas la cabeza
sobre lo que has escrito
y corriges, a veces disgustado,
con cara inexpresiva, como los girasoles.

Tenemos suerte
de haber podido juntos realizar tantas cosas.
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La casa de enfrente

Durante todo el día la casa de enfrente,
un establo de la policía abandonado,
tan sólo una casa de enfrente,
es lo suficientemente cuadrada -seis pisos,
seis ventanas por piso,
palomas que miran boquiabiertas desde
rotas ventanas arrullando
como pandas de niños haciendo sonar a soplidos
vacías botellas.

Esta noche, no obstante, la veo resplandecer
en las Azores de mi abierta ventana.
Sus viriles, anticuadas formas
son despampanantemente rectilíneas.
Es como un fuego artificial para ser disparado
al final de la fiesta en el jardín,
como alguna casa española, luminiscente
de heráldica y asesinatos,
atrapada en Nueva York.

Un huesudo policía está encogido
en el portal, con una mano en el revólver.
Cuenta sus balas como cuentas de un collar.
Dos a caballo hacinan
a la multitud sobre la acera. Una luz roja
gira sobre el techo de un automóvil armado,
que avanza más lentamente que una tortuga.
¡Terror preventivo!
¡Viva la muerte!.
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Hijos de la luz

Nuestros padres arrancaron su pan
de los troncos y de las piedras
y cercaron sus jardines con los huesos del piel roja;
embarcados desde la tierra baja de Holanda,
peregrinos desalojados de sus casas por la noche de
Ginebra,
sembraron aquí las semillas de luz de la serpiente;
y aquí los giratorios reflectores indagan para sacudir
las tumultuosas casas de vidrio construidas sobre la roca,
y los cirios gotean junto a un altar vacío,
y la luz está donde la sangre sin tierra de Caín
arde, haciendo arder el insepulto grano.
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Epílogo

Benditas estructuras, la rima, el argumento,
¿por qué no me son útiles ahora
que quiero construir algo
con la imaginación y no con la memoria?
Escucho el ruido de mi propia voz:
la vista del pintor no es una lente,
y se estremece para acariciar la luz.
A veces, sin embargo, lo que escribo
con el raído arte de mi ojo
parece una instantánea,
morbosa, chabacana, agrupada, veloz,
ampliada de la vida,
aunque paralizada por los hechos.
Es una unión equivocada, todo.
¿Y por qué no decir lo que ha ocurrido?
Recemos por la gracia de aquella exactitud
que a la iluminación del sol le dio Vermeer,
haciéndola avanzar cual marea en un mapa,
sobre esa chica rígida a causa del anhelo.
No somos más que hechos pasajeros,
y eso mismo nos insta a darle a cada
figura de la foto un nombre vivo.

miércoles, 15 de abril de 2015

Eduardo Galeano (1940 - 2015) Uruguay


La noche

I
No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya;
pero tengo una mujer atravesada en la garganta.

II
Arránqueme, señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme.

III
Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me duermo a la orilla de un abismo.

IV
Me desprendo del abrazo, salgo a la calle.
En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna.
La luna tiene dos noches de edad.
Yo, una.
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 Los Nadies

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
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Ventana sobre una mujer

Esa mujer es una casa secreta. (es una fortaleza)
En sus rincones, guarda voces y esconde fantasmas.
En las noches de invierno, humea.
Quien en ella entra, dicen, nunca más sale.
Yo atravieso el hondo foso que la rodea. En esa casa seré habitado.
En ella espera el vino que me beberá.
Muy suavemente golpeo a la puerta, y espero.
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Pobrezas

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que no tienen tiempo para perder el tiempo.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que no tienen silencio ni pueden comprarlo.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que tienen piernas que se han olvidado de caminar,
como las alas de las gallinas se han olvidado de volar.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que comen basura y pagan por ella como si fuese comida.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que tienen el derecho de respirar mierda,
como si fuera aire, sin pagar nada por ella.

Pobres,
lo que se dice pobres
son los que no tienen más libertad de elegir entre uno y otro canal de televisión.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que viven dramas pasionales con las máquinas.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que son siempre muchos y están siempre solos.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que no saben que son pobres.
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 Familia

Según se sabe en el África negra y en la América indígena, tu familia es tu aldea completa, con todos sus vivos y sus muertos.
Y tu parentela no termina en los humanos.
Tu familia también te habla en la crepitación del fuego,
en el rumor del agua que corre,
en la respiración del bosque,
en las voces del viento,
en la furia del trueno,
en la lluvia que te besa
y en el canterío de los pájaros que saludan tus pasos.
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Día de los desaparecidos

Desaparecidos: los muertos sin tumba, las tumbas sin nombre.
Y también:
los bosques nativos,
las estrellas en la noche de las ciudades,
el aroma de las flores,
el sabor de las frutas,
las cartas escritas a mano,
los viejos cafés donde había tiempo para perder el tiempo,
el fútbol de la calle,
el derecho a caminar,
el derecho a respirar,
los empleos seguros,
las jubilaciones seguras,
las casas sin rejas,
las puertas sin cerradura,
el sentido comunitario
y el sentido común.
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Ojalá

Ojalá seamos dignos de tu desesperada esperanza.

Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano.

Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.

Ojalá podamos merecer que nos llamen locos, como han sido llamadas locas las Madres de Plaza de Mayo, por cometer la locura de negarnos a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.

Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados.

Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.

Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo.  
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El amor

No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces del dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña Muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña Muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.
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La utopía

Qué tal si deliramos por un ratito
qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia
para  adivinar otro mundo posible

El aire estará limpio de todo veneno que no provenga
de los miedos humanos y de las humanas pasiones

En las calles los automóviles serán aplastados por los perros
la gente no sera manejada por el automóvil
ni será programada por el ordenador
ni será comprada por el supermercado
ni será tampoco mirada por el televisor

El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia
y será tratado como la plancha o el lavarropas

Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez
que cometen quienes viven por tener o por ganar
en vez de vivir por vivir no más
como canta el pájaro sin saber que canta
y como juega el niño sin saber que juega

En ningún país irán presos los muchachos
que se nieguen a cumplir el servicio
sino los que quieran cumplirlo
Nadie vivirá para trabajar
pero todos trabajermos para vivir
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo
ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas
Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas
Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos
Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas

La solemnidad se dejará de creer que es una virtud
y nadie nadie
tomará en serio a nadie
que no sea capaz
de tomarse el pelo

La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes
y ni por defunción ni por fortuna
se convertirá el canalla en virtuoso caballero

La comida no será una mercancía
ni la comunicación un negocio
porque la comida y la comunicación son derechos humanos

Nadie morirá de hambre
porque nadie morirá de indigestión

Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura
porque no habrá niños de la calle
Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero
porque no habrá niños ricos
La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla
y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla

La justicia y la libertd, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas
volverán a juntarse bien pegaditas espalda contra espalda

En Argentina las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental
porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria

La santa madre iglesia corregirá algunas erratas de las tablas de Moisés
y el 6to mandamiento ordenará festejar el cuerpo

La iglesia dictará también otro mandamiento que se le había olvidado a Dios:
amarás a la naturaleza de la que formas parte

Serán reforestados los desiertos del mundo
y los desiertos del alma
Los desesperados serán esperados
y los perdidos serán encontrados
porque ellos se desesperaron de tanto esperar
y ellos se perdieron por tanto buscar

Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan
voluntad de belleza y voluntad de justicia
hayan nacido cuando hayan nacido
y hayan vivido donde hayan vivido
sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa ni del tiempo

Seremos imperfectos
Porque la perfección seguirá siendo
el aburrido privilegio de los dioses
pero en este mundo
en este mundo chambón y jodido
seremos capaces de vivir cada día
como si fuera el primero
y cada noche
como si fuera la última
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 Fuegos

Cada persona brilla con luz propia entre los demás.
No hay dos fuegos iguales.
Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos colores.
Hay gente de fuego sereno,
que ni siquiera se entera del viento,
y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos bobos que no alumbran ni queman:
pero otros arden la vida con tantas ganas que no se
puede mirarlos sin parpadear,
y quien se acerca se enciende.
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El miedo

Una mañana, nos regalaron un conejo de indias.
Llegó a casa enjaulado.
Al mediodía, le abrí la puerta de la jaula.
Volví a casa al anochecer
y lo encontré como lo había dejado:
jaula adentro,
pegado a los barrotes,
temblando del susto de la libertad.
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La Novena

La sordera impidió que Beethoven
pudiera escuchar ni una nota
de su Novena Sinfonía.
Y la muerte impidió que se enterara
de las aventuras y desventuras
de su obra maestra.

El príncipe Bismarck proclamó
que la Novena inspiraba
a la raza alemana.

Bakunin escuchó en ella
la música de la anarquía.

Engels anunció que sería
el himno de la Humanidad.

Y Lenin opinó que era
más revolucionaria
que la Internacional.

Von Karagán la dirigió en concierto
para el gobierno nazi
y años después consagró con ella
la unidad de la Europa libre.

La Novena acompañó
a los kamikazes japoneses
que morían por su emperador.
y a los combatientes que dieron la vida
peleando contra todos los imperios.

Fue cantada por quienes resistían
la embestida alemana
y fue tarareada por Hitler
que en un raro ataque de modestia
dijo que Beethoven era
el verdadero führer.

Paul Robeson la cantó contra el racismo
y los racistas de África del Sur
la usaron de música de fondo
en la propaganda del apartheid.

En 1961, al son de la Novena
se alzó el muro de Berlín.
En 1989, al son de la Novena
el muro de Berlín cayó.